martes, 3 de diciembre de 2013

Ciclistas borrachos causan incomodidad en la comunidad de conductores autorizados (editorial #2)


        Llegó el momento de ponerle el punto final a esta oración que varios muertos nos han dejado. Antes de comenzar a esbozar mi perspectiva en este, nuestro segundo editorial, quiero comenzar dándole el pésame de la manera más honesta a la familia de los dos ciclistas fallecidos durante esta semana y bajo ningún concepto intento aludir a ellos u otros corredores de bicicleta honestos en particular, sino que vengo llamar la atención sobre aquellos que han tomado el mote de ciclistas para hacer y deshacer en las vías publicas del País.

Para poner esto en perspectiva basta con dar una vuelta de madrugada por algunas de las barras, clasificadas como destino de los “bicijangueadores” un fin de semana. Lo primero que notarás es que las mismas están  llena de muchachería, dándose una jartera de ron a las tantas de la madrugada, con decenas de bicicletas estacionadas en los espacios habilitados para ellos. Resulta un tremendo negocio para el comerciante que se enriquece con estos “deportistas de la bebelata”.   Pero un tremendo peligro para los trabajadores nocturnos y los que entran a trabajar en horario matutinos donde todavía no ha salido el sol.

La gota que colmó la copa

A eso de las tres de la madrugada voy saliendo de un casino ubicado en la zona aristocrática del Condado en San Juan, Puerto Rico, después de ganar y perder algunas monedas decido retirarme a mi hogar a descansar. Cuando me topó con este grupo de autodenomidados “ciclistas” sin casco protector luces reflectoras y todos aquellos artículos de seguridad que debería utilizar cualquier corredor prudente. Voy con mis cristales abajo cuando escucho “respeta el carril de los ciciclistas canto e cabrón” Luego le siguen otros mozalbetes en la misma actitud. Me detengo en la luz (semáforo) y ellos lo siguen de largo a toda velocidad. Muchos de ellos fácilmente podrían alcanzar las cincuenta millas sin tener que pedalear, ya que sus bicicletas tenían una especie de motorcito que las impulsaba. Una vez escuché que los derechos uno terminan donde comienzan los del otro y he notado que muchos de estos jóvenes ciclistas, sobretodo en horas de la madrugada, no respetan al conductor y han sobrepasado los limites permisibles en cuanto al tránsito por las carreteras, sobretodo en horarios poco amistosos. Tan cercano como ayer un anciano de 71 años atropelló a uno de estos jóvenes temerarios. ¡Gracias a Dios! Y a diferencia de lo que ha sido el patrón en casos anteriores le achacaron la culpa al ciclista que iba transitando al garete en una bicicleta con motor, sin marbete, sin casco y sin reflectores o cualquier articulo de seguridad que lo hiciera visible en la noche. ¡Alguien tiene que ponerle el cascabel al gato! Y esto ya pasó de castaño a obscuro. El gobierno tiene que ponerse las pilas en cuanto a este asunto y comenzar a reglamentar a estos muchachones irresponsables, no tan sólo con su vida, sino con la cualquier conductor decente que está a merced de sus insultos, comidas de luces y accidentes involuntarios. 

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