martes, 14 de mayo de 2013

Resurge la bochornosa peleíta entre religiosos y la comunidad LGBT




Vivir en una isla aísla.  Tal parece ser la situación de los puertorriqueños que vuelven a atacarse los unos a los otros por asuntos arcaicos que han sido superados en la mayor parte del Planeta.

La historia de nunca acabar

De un lado los padres del pudor, lo bueno y lo sagrado: Los religiosos. Este grupo compuesto mayormente por cristianos y cristologos han visto su apoyo disminuido con el pasar de los años. Sus escándalos van desde extorsión a sus feligreses hasta los más aberrantes casos de pedofilia. Como dice el viejo refrán: “dime de qué presumes y te diré de que careces”. Los santurrones se caracterizan por condenar la conducta de los demás y suelen confundir lo bueno y lo malo (términos religiosos) con lo correcto, lo incorrecto, lo legal y lo ilegal. Van desde el insulto refinado: “estos hermanos confundidos en su orientación sexual” hasta el insulto demonizante: “estos hijos del demonio, intentan contaminar la casa de dios con sus aberraciones y el bla, bla, bla de siempre”. 

Por otro lado, los mancillados, los siempre y por siempre discriminados, los que buscan justicia en esta sociedad tan castrante: la comunidad Gay, Lesbica y Transgenero. Esta comunidad sufrió el rechazo social, el discrimen raspante y degradante hasta hace más o menos una década. En la actualidad a la mayoría de los jóvenes les “vale madre” como diría el Gobernador, lo que los demás hagan con su culo. Ciertamente la lucha ha sido exitosa y ha cambiado la manera de mirarlos dentro de la sociedad. En la actualidad si miras de reojo a un Gay, discriminas, si no lo aceptas en tu trabajo, discriminas, si no te gustan los de esa comunidad discriminas. La realidad es que este sector oprimido y los que le apoyan han adoptado las mismas prácticas que el sector opresor. En la tarde de ayer se le escuchaba a la Sra. Carmen Yulin, alcaldesa de la ciudad capital, llamar cobardes a todos los que no apoyaran los cambios a las leyes vigentes en favor de la comunidad. Le llaman a los religiosos portadores de odio entre otras ofensas que promueven las distancias entre ambos grupos.

Al final de cuentas

La realidad es que mientras no lleguen a un punto intermedio, los puertorriqueños seguirán en la pelea chiquita entre discriminadores y discriminados, en el absurdo revés de  discriminados que se vuelven discriminadores.

Enviado por Andrés Hernández de San Juan

La Voz de la Calle publica pero no se solidariza necesariamente con la opinión de nuestros participantes

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